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Taller de escritura "Atenea": nuestros microrrelatos.



¿Pero no era eso lo que habíamos venido a buscar, la emoción de lo diferente?
Salimos con la ilusión de encontrar un nuevo lugar donde divertirnos pero, en vez de eso, acabamos en el mismo bosque de siempre, por lo que Blanca se decepcionó bastante.
Se me ocurrió dar un paseo por si encontrábamos algo interesante y, efectivamente, lo encontramos. Una casa abandonada de enormes dimensiones parecía esperar nuestra visita, aunque Blanca no se mostraba muy convencida de querer entrar. ¿Pero no era eso lo que habíamos venido a buscar, la emoción de lo diferente?
Conseguí que quisiera entrar. Me arrepentiré toda la vida. Lo que ocurrió en aquella vivienda no lo olvidaré jamás.

Iara Ailén Ialea Piñero, 4º D



"El país con el maxi delante"
Era un país tan grande que solo podía ser llamado Maxipaís. En él vivían maxiciudadanos.
Un maxidía (allí los días y las noches duraban 68 horas) nació un bebé. No era un maxibebé, sino que era un bebé normal. Todos los maxiciudadanos quedaron sorprendidos con aquel misterioso caso.
Cientos de millonarios acudían a la casa de la familia que había dado a luz un bebé minúsculo, pues querían llevarlo a un circo y exponerlo cual monstruo. Su madre rechazaba cualquier oferta, su hijo (por muy pequeño que fuera) no era ningún objeto de exposición.
Años más tarde, el bebé que ya era un hombre adulto, era igual de alto que cualquier niño de cinco años. No soportaba salir a la calle y que todas las miradas se fijaran en él como si fuese un bicho raro, así que un día, después de mucho meditarlo, decidió abandonar Maxipaís, se dirigió al maxiaeropuerto más cercano y, tras perderse en aquel inmenso sitio, subió al primer avión con destino a otro país y abandonar aquel lugar que solo le había aportado maxinoches de maxipreocupaciones.
Iara Ailén Ialea Piñero, 4º D


''En el final del círculo estaba él,otra vez mirándome con sus ojos de cobre.''

Dicen que antes de morir recuerdas tu vida como si de una película se tratase, pero no es del
todo así, sólo pude acordarme de la gente que ha pasado por mi vida.
Mis tíos, mis abuelos... Incluso la señora de la librería estaba en aquel lugar y esque aunque
fuese poco, todos habían aportado algo a mi vida.
¿Se preocuparían por mi? ¿Me echarán de menos?
Tras ver a tantísima gente, en el final del círculo estaba él, otra vez mirándome con sus ojos de
cobre.

Andrea López Rivera, 4ºC


Era un muerto en vida. Tras sus ojos vidriosos se ocultaba entre la humanidad para devorar sus
recuerdos,su inteligencia su creatividad...Su cerebro.
Había oído que el amor de las personas se albergaba en el corazón, y se preguntó cómo sabría
tal sentimiento del que ya no era portador.
Ya cayendo el crepúsculo, comprendió que su ingenio le dejaría sin cenar,pues no encontró un
buen corazón que degustar.

Andrea López Rivera, 4ºC






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