Para leerte mejor

  AGRADECIMIENTOS   Arriesgados arcángeles: Ibais firmes hacia vuestro destino y la primera etapa fui yo. O acaso la segunda. Ahora voláis sobre las nubes al lado mío. Todos. Y os vuelvo a amar. Porque fuisteis mi ángel rebelde sucesivo y lo sois aún…   Yo también iba firme a mi destino, pero no era ya mi primera ni mi segunda etapa. Nos encontramos, o nos cruzamos, no lo sé. ¿Qué importa ya? Coincidimos. Nos elevamos juntos. El destino es el mismo, arcángeles. El mismo el aeropuerto final… Pero hicimos un feliz viaje mirando el mundo en nuestros ojos Recíproca e inverosímilmente. Cada uno es siempre el ángel y Tobías: es cuestión de elegir. O de ser elegido.   Ahora, sobre las nubes, cuánto os echo de menos, Cuánto me echo de menos… Porque yo, sin vosotros, ángeles insumisos, no sé cuál es mi historia. El avión ha naufragado una vez más, y yo os amo. Yo os amo, arriesgados arcángeles que volasteis conmigo esperando toma

  INTERIOR   A menudo converso con mis sueños. Los invito a salirse de la noche y se sientan, con trajes neblinosos, junto a mi mesa sucia de papeles. Y les pregunto sobre su sintaxis porque se ofenden si hablo de semántica.   Hoy he recuperado de sus manos un fragmento de ti tan exquisito como una noche de junio en Gil de Biedma, un otoño de Keats o aquel sabor a polo de naranja de las viejas mañanas de domingo.                                                                                             Aurora Luque    

  HUELGA   Quiero una huelga donde vayamos todos. Una huelga de brazos, de piernas, de cabellos, una huelga naciendo en cada cuerpo. Quiero una huelga de obreros, de choferes, de palomas, de flores, de niños, de mujeres, de técnicos, de médicos. Quiero una huelga grande que hasta el amor alcance. Una huelga donde todo se detenga, el reloj, las fábricas, el plantel, los colegios, el bus, los hospitales, la carretera, los puertos. Una huelga de ojos, de manos y de besos, una huelga donde respirar no sea permitido, una huelga donde nazca el silencio para oír los pasos del tirano que se marcha.                                                 Gioconda Belli