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El último hombre de la Tierra: capítulo 5 (y último, por ahora...)



El último hombre de la Tierra y su nueva acompañante encienden una hoguera para calentar la comida y caldear el ambiente.
Los dos están inmersos en sus pensamientos, los dos tienen la mirada perdida en la danza de las llamas.
Jack, mirando fijamente el fuego, rompe el tenso e incómodo silencio que reina en la habitación.

   -  Alice.
   -  Dime.
   -  ¿Dije algo entre sueños, cuándo estaba inconsciente? - musita él levantando la mirada, con el semblante serio.
   -  Sí. Empezabas a gritar “¡Despierta, despierta!”. Y continuabas diciendo, en un susurro “Melanie, aguanta. Ya voy.”, y volvías a gritar “¡Jack, levántate y haz algo de provecho!” - le mira fijamente a los ojos y musita:
   -  En esos momentos, empezaba a recorrerte la frente, un sudor frío terrorífico. Te subía la fiebre hasta las nubes. Me tenías preocupada, Jack. Muy preocupada, Jack. Muy preocupada.

El silencio invade nuevamente la habitación. Esta vez, se encarga Melanie de echarlo.

   - ¿Por qué querías saberlo?
   -  Te vas a reír de mí cuando te lo diga . - y después de una honda inspiración, le responde- Cuando me desperté, tenía la garganta más seca que esta cueva.

Y con esa simple frase, una pequeña hipérbole, se asomó tímidamente en el rostro de Alice, una sonrisa. Y fruto de esa pequeña sonrisa, él también sonrió, a medias. Él se acerca tímidamente a ella, y cuando va a dejar su mano reposando en la de ella... Da un fuerte grito y la aparta, al mismo tiempo que le da un pisotón a una serpiente venenosa. Se había acercado sigilosamente, y ninguno de los dos se había percatado de su presencia. El cuerpo amarillo y negro del reptil, cubierto de veneno, está espachurrado en el suelo, sin vida.

   -   Pero ¿qué demonios...?
   -   Estaba a punto de morderte. Llega a hacerlo... Y no sobrevives para contarlo. - explica él, seco, mirándola.
   - ¿Ahora eres experto en reptiles? - le pregunta Alice, irónica y pícara a partes iguales.
   -  Experiencia. - responde con una expresión que lo delata – No sería la primera vez... que veo morir a alguien por culpa, de ese bichejo. - dice él, tragando saliva, cerrando los puños, apartando la vista.
   -  Lo siento. - murmura Alice, mostrándose algo avergonzada. Él joven se sorprende ante tal reacción. - No tenía ni idea...
   -  No te preocupes. No podías saberlo. - contesta él, algo arrepentido, restándole importancia al asunto.
   -  ¿Quieres hablar del tema?
   -  No. No, gracias. Suficientes emociones por un día. Quizá en otro momento.
   -   De acuerdo. Cuando quieras, no pensaba irme en un corto plazo de tiempo. - responde ella, provocándole a Jack una carcajada.
   -  Oye, ¿tienes por ahí algo con que llenar el estómago? Tengo hambre.
   -   Sí, en el bolso hay comida. - contesta ella, lanzándoselo.
   -  Mmm, una manzana. - exclamó él, rebuscando en el bolso.
   - Si no te importa, me voy a acostar ya.
   -  Estupendo. - le dice Jack, con el jugo de la manzana chorreándole por la barbilla.

Alice se tumba en el suelo, a una distancia prudencial del fuego, usando la mochila medio abierta como almohada, de la que sobresale un rifle.
Jack se apoya en una roca, con una rodilla estirada y otra doblada, mordiendo feliz, su manzana.

   - Buenas noches, Jack.
   - Buenas noches, Alice.

El silencio se asienta de nuevo en la cueva, interrumpido intermitentemente por los bocados de Jack y la respiración acompasada de Alice. El último hombre de la Tierra se pierde en sus pensamientos.


DEJAMOS AQUÍ LA HISTORIA DE JACK, PERO LA RETOMAREMOS EN SEPTIEMBRE. 

GRACIAS A TODOS LOS QUE HABÉIS CONTINUADO LA HISTORIA Y, SOBRE TODO, A ALBA BONILLO, QUE NOS HA DEJADO INTRIGADOS CON CADA CAPÍTULO.

A LA VUELTA DEL VERANO, LA SIGUIENTE TEMPORADA. 
PODÉIS IR OPINANDO YA SOBRE LO QUE CREÉIS QUE PASARÁ...



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