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Mostrando entradas de septiembre, 2014

El poema de la semana

Semana del 29 de septiembre al 3 de octubre EL OTOÑO EN MARÍA DE LA MIEL Celebremos, amigos, que el otoño se acerca con su vara de viento y su barba canela. ¿Qué más puede querer el hombre que una hoguera mientras su jardincillo cruje y amarillea? Celebremos, amigos, que el otoño comienza y aclaremos con vino las esperanzas nuevas, los afanes de siempre: mirar la lluvia fuera, sentir la niebla dentro, querer y que nos quieran. Celebremos, amigos, que el otoño comienza y en su vida interior, como en las alacenas los membrillos deformes, se pudre alguna ausencia. No todo lo que muere merece primavera. Rafael Juárez

El poema de la semana

Del 22 al 26 de septiembre SÉ TÚ MI LIMITE Tu cuerpo puede llenar mi vida, como puede tu risa volar el muro opaco de la tristeza. Una sola palabra tuya quiebra la ciega soledad en mil pedazos. Si tú acercas tu boca inagotable hasta la mía, bebo sin cesar la raíz de mi propia existencia. Pero tú ignoras cuánto la cercanía de tu cuerpo me hace vivir o cuánto su distancia me aleja de mí mismo me reduce a la sombra. Tú estás, ligera y encendida, como una antorcha ardiente en la mitad del mundo. No te alejes jamás: Los hondos movimientos de tu naturaleza son mi sola ley. Retenme. Sé tú mi límite. Y yo la imagen de mí feliz, que tú me has dado. José Ángel Valente, "Sé tú mi límite"

El poema de la semana

MATAR AL DRAGÓN Ha llegado la hora de matar al dragón, de acabar para siempre con el monstruo de las fauces terribles y los ojos de fuego. Hay que matar a este dragón y a todos los que a su alrededor se reproducen. Al dragón de la culpa y al dragón del espanto, al del remordimiento estéril, al del odio, al que devora siempre la esperanza, al del miedo, al del frío, al de la angustia. Hay que matar también al que nos tiene aplastados de bruces contra el suelo, inmóviles, cobardes, desarraigados, rotos. Que la sangre de todos inunde cada parte de esta casa hasta que nos alcance la cintura. Y cuando ese montón de monstruos sea solo un montón de vísceras y ojos abiertos al vacío, al fin podremos trepar y encaramarnos sobre ellos, llegar a las ventanas, abrirlas o romperlas, dejar que entren la luz, la lluvia, el viento y todo lo que estaba retenido detrás de los cristales. AMALIA BAUTISTA