Esta mañana, en el instituto, los elementos cotidianos se han vuelto extraños, casi hostiles. Había un silencio denso y doloroso. Todos, unidos por la pena, en la entrada del centro, despedíamos a Jose Redondo.
Era un profesor amable, entregado, comprensivo, cariñoso, paciente, entusiasta; una persona llena de humanidad que, desde la discreción y la sencillez, ha calado hondo en nuestras vidas; una persona necesaria, de esas que, como decía Borges, se ignoran, pero están salvando el mundo.
Con el paso de las horas, en el llanto y el silencio se han ido colando los recuerdos: los intercambios a Francia, las risas y las bromas en el aula, las clases de francés por la tarde a los padres, su gesto sereno y cordial, su dedicación y su implicación, su ayuda siempre que uno la necesitaba.
"No nos acostumbraremos a no verlo por aquí", decía uno de los alumnos en el pasillo. Y será así, pero nos acompañará el recuerdo de todo lo vivido y construido juntos estos años en el Aricel, de haber tenido la suerte de conocerlo y compartir con él tantos momentos.
Estudié en Aricel casi cuando se abrió, en 2001y recuerdo con mucho afecto y cariño a Don José, me he quedado sin palabras al recibir la noticia, fue un gran profesor y mejor persona. Mi más sentido pésame a la familia, a amigos y compañeros de Don José. Este instituto no será igual sin él.
ResponderEliminarD.E.P Maestro!!