Mi primera aproximación a la lectura, allá por los años de mi infancia (los últimos sesenta), fue con lo que entonces se llamaban tebeos: unos comics de la época que tomaban el nombre de una de aquellas publicaciones, Tbo. Los vendían en un quiosco cerca de mi casa y valían una peseta, que venía a ser algo así como hoy un euro. Recuerdo que también vendían unos caramelos de nata, que me gustaban mucho, a diez por una peseta, y también polos de hielo en verano. Había tebeos de tres tipos:
Unos eran seriados y las aventuras se iban engarzando a través de los números para que los niños los fuésemos comprando. Siempre eran historias de buenos contra malos y a menudo se enzarzaban en peleas en las que invariablemente ganaba el héroe a pesar de estar en minoría o en desventaja. Recuerdo "Flecha y Arturo", "El californiano", "El capitán Trueno", "El Jabato" y otros más.
Otros eran de antihéroes, a los que todo les salía mal o estaban haciendo siempre gamberradas. Eran personajes entrañables como "Carpanta", "El botones Sacarino", "Pepe Gotera y Otilio", "Zipi y Zape", "Mortadelo y Filemón", etc.
También estaban los tebeos para niñas que eran más insulsos y aburridos, con princesas y príncipes, niñas buenas y hacendosas o historias de amores. A pesar de todo también estos me gustaban y, cuando caían en mis manos, los leía.
Todo el dinero que me daban lo gastaba en tebeos (en aquel tiempo no había tele, ni móviles, ni consolas). Los guardaba muy bien ordenados en una maleta vieja debajo de la cama como si fueran un tesoro, eran mi tesoro, y los leía y releía y me gustaba ponerme en la piel de los protagonistas e imaginarme casi partícipe de aquellas aventuras.
Dicen que la infancia es (o debería ser) un paraíso de la memoria y realmente aquella época fue en mi recuerdo un tiempo esplendoroso y feliz de juegos, descubrimientos, imaginación y lecturas. Hoy leer sigue siendo una de mis pasiones por muchas razones: porque sacia y estimula mi sed de conocimiento y porque sigue estimulando poderosamente mi imaginación trasladándome a otras épocas y permitiéndome vivir situaciones, realidades y experiencias que de otra forma nunca tendría.
Guillermo Aguado Bailón
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