Semana del 18 al 22 de marzo
La
luz
No
se puede prever. Sucede siempre
cuando
menos lo esperas. Puede pasar que vayas
por
la calle, deprisa, porque se te hace tarde
para
echar una carta en correos, o que
te
encuentres en tu casa por la noche, leyendo
un
libro que no acaba de convencerte; puede
acontecer
también que sea verano
y
que te hayas sentado en la terraza
de
una cafetería, o que sea invierno y llueva
y
te duelan los huesos; que estés triste o cansado,
que
tengas treinta años o que tengas sesenta.
Resulta
imprevisible. Nunca sabes
cuándo
ni cómo ocurrirá.
Transcurre
tu
vida igual que ayer, común y cotidiana.
“Un
día más”, te dices. Y de pronto,
se
desata una luz poderosísima
en
tu interior, y dejas de ser el hombre que eras
hace
solo un momento. El mundo, ahora,
es
para ti distinto. Se dilata
mágicamente
el tiempo, como en aquellos días
tan
largos de la infancia, y respiras al margen
de
su oscuro fluir y de su daño.
Praderas
del presente, por las que vagas libre
de
cuidados y culpas. Una acuidad insólita
te
habita el ser: todo está claro, todo
ocupa
su lugar, todo coincide, y tú,
sin
lucha, lo comprendes.
Tal
vez dura
un
instante el milagro; después las cosas vuelven
a
ser como eran antes de que esa luz te diera
tanta
verdad, tanta misericordia.
Mas
te sientes conforme, limpio, feliz, salvado,
lleno
de gratitud. Y cantas, cantas.
Eloy
Sánchez Rosillo
Comentarios
Publicar un comentario