Hoy Antonio Luis Ortega, profesor de Física y Química y director de nuestro centro, nos invita a adentrarnos en las aventuras de Un capitán de quince años, de Julio Verne.
Yo me recuerdo leyendo desde muy pequeño. Si tuviera que
calificarme ahora casi que diría que era un lector repelente porque mis padres
me tenían que regañar para que dejara la lectura y me pusiera a comer. Leía
todo lo que caía en mis manos: Tebeos, novelas del Oeste, libros de aventuras
de la colección "Historias" y... hasta los recortes del periódico que, por
aquellos lejanos años sesenta, se colgaban cerca del inodoro y que fueron los
precursores del papel higiénico.
Ahora, afortunadamente no he perdido la afición, aunque
desgraciadamente no es tanto el tiempo que tengo para llevarla a cabo; pero en
mi mesita de noche nunca falta un libro para abandonar el día con una evasión
hacia esas historias reales o irreales que encierran. El último: El asesinato de
Sócrates, de Marcos Chicot (finalista del Premio Planeta).
Pero como de lo que se trata es de indicar aquellos que dejaron
una huella especial en nuestra infancia, yo tengo que decir que, entre muchos
otros, señalaría Un Capitán de quince años, del escritor Julio Verne y La
Cabaña del Tío Tom de la escritora Harriet Beecher Stowe Sobre todo el primero. Trata de un joven que se
embarca como grumete en un barco ballenero y los avatares del destino lo
convierten en abanderado de una lucha contra la trata de esclavos; dentro, la
conmovedora historia de un perro que perdió a su dueño asesinado y que
reconoció sus iniciales en las letras de unos cubos. ¡Impactante!.
Un saludo a todos y mucho ánimo. Leer es vivir otra vida.
Antonio Luis Ortega
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