LA
ESPERA
Lo mejor que podemos hacer es no asustarnos.
Ya sé que no resulta fácil atenazar el miedo.
Pero también el miedo une. Es cuestión
de saberlo
y no menospreciar esa sabiduría.
Calma, mucha calma,
en medio del terror también se puede
tener calma;
casi diría que es imprescindible.
Moverse con cuidado, calcular bien
los movimientos:
un paso en falso puede significar
la destrucción.
Miedo, naturalmente. Mucho miedo:
nadie quiere desintegrarse.
Pero también el miedo integra. No olvidarlo.
Por descontado: esa tarea no resulta alegre,
pero en casos como el presente
lo más seguro es ver los hechos con realismo.
Nada ayuda tanto como la realidad.
Lo mejor que podemos hacer
es mirar con afecto a la consolación;
cuando se tiene miedo los consuelos no se
desprecian.
Cualquiera se puede morir,
pero morir a solas es más largo.
Y si el miedo sigue creciendo,
apoyar una espalda contra otra. Alivia.
Infunde cierta seguridad
mientras dura la espera, Telémaco, hijo mío.
Francisca
Aguirre
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