Sí, cantar es
alegrarse,
como el aire se alegra
en la mañana
por cada cosa que a la
vida vuelve.
Cantar, dichosa
entrega
a vivísimos vientos,
a ráfagas regidas por
la gracia
o la lenta paciencia.
Tenderse es ir nombrando
las cosas, los sucesos,
la ardiente zarza del
abrazo,
el odio, la seda que en
las noches
el sueño pone sobre las
frentes
como un llanto.
Porque entonces el
tiempo
se detiene y aguarda,
deja a la voz que
nombre,
que se gane a sí misma
o que se pierda,
a la medida del olvido
ajeno,
a la medida de la
propia fiesta.
Ida Vitale
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