¡Qué bueno regresar a mis
libros!
-término de los fatigados
días-.
Casi compensa la abstinencia,
y el dolor se olvida por el
placer.
Como aromas que confortan a
los invitados
en el banquete, mientras
esperan,
esta fragancia aligera el
tiempo hasta que llego
a mi pequeña biblioteca.
Puede haber desolación afuera,
lejanos pasos de hombres que
padecen,
pero la fiesta suprime la
noche
y hay campanas, interiormente.
Doy las gracias a estos
Parientes del Estante.
Sus caras apergaminadas
nos enamoran mientras
esperamos,
y nos satisfacen al
alcanzarlas.
Emily Dickinson, El viento
comenzó a mecer la hierba.
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