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Ven, que te dé un verso

Del 27 al 31 de marzo

ANA SFORZA - GATA CATTANA
In memoriam



Demasiado para un poeta


De repente: la chica.

Sentada en el borde.

Con las manos temblorosas, con la voz,

con el foco alumbrando como si no lo notara,

con sus montones de papeles y naufragios esparcidos por el suelo...


La camisa blanca, como si fuera inocente.

Los pelos revueltos,

la mirada esquiva frente a esa masa

que tiene pinta de pedir explicaciones.


Luego mira hacia atrás como buscando el impulso,

respira, se yergue sobre sí misma

y se levanta con un gesto desafiante.


"¡Decidle! Decidle a León Felipe que yo también

me sé todos los cuentos.

Que cuatro generaciones después

nos siguen durmiendo los mismos cuentos

y entorpeciendo y atormentando los mismos cuentos.

Y que yo tampoco sé muchas cosas, es verdad,

pero con tanto cuento, las pocas se me olvidan

y las que no no me dejan dormir.


La poesía es un arma cargada de miseria

que aniquila al enemigo y al que pulsa el percutor,

que erosiona despacito.


Decidle a Celaya que se explique,

que cuatro generaciones después seguimos sin saber

qué entiende él por futuro.


Y que esta arma ni aprieta ni ahoga.

Y rasca muy bien pero donde no pica.


Decidle, que ahora que nos dejan

decir que somos quienes somos,

(y tampoco mucho...)

es porque no somos nadie,

porque vamos a la nada entusiasmados

y en fila de a uno.

Porque somos demasiado poco peligrosos.


Y ya de paso a Unamuno:

Que vencieron y convencieron,

y que convencieron muy bien.


Y que luego vino la paz social

que tanto esperaba,

y la calma se hizo insoportable,

y la gente por consecuencia se hizo

insoportablemente mediocre,

y la vida siguió como siguen las cosas

que no tienen mucho sentido, como decía aquel."


Se toma un respiro, bebe un sorbo de agua y se aclara la voz.

Luego se aparta el pelo de la cara y continúa diciendo:


"¡Y el pobre Neruda!

Supongo que le habrán dicho que ya cayó Stalingrado,

que algo sabrá de este tinglado y estará revolviéndose en su tumba.


Lo cierto es que pudimos escribir versos más tristes

que los suyos en noches de lascivia y Pandemónium,

en noches que no le deseo a nadie porque después de Al Alba

todas vinieron cargadas de buitres callados y oscuros presagios.


El pobre Neruda, el ingenuo Neruda.

Claro que vinieron noches más tristes y versos de hiel,

a ver que se creía, ya era hora de que se enterara.


Pero no le contéis de Stalin, no le pongáis la tele, eso no.

Eso sería demasiado cruel.

Mejor continuar el show como en la peli esa... Good Bye Lenin.


Le partiríamos el corazón si descubriera cómo está

el mundo de los vivos,

de cómo la jodimos y fallamos en todo lo que se podía fallar.


Si se enterara jamás volvería a escribir un sólo poema de amor,

y todos los demás vendrían tapiados con metralla y hormigón,

ni una sola azucena, ni una sola.


Y tampoco queremos eso.

Es demasiado para un poeta."


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