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Mostrando entradas de diciembre, 2015

Microrrelatos de diciembre: ganadores y clasificados

MICRORRELATOS GANADORES      Llevaba una vida encerrado en lo que él llamaba “cárcel”. A sus dieciséis ya había sufrido más que cualquiera. Empezó a apartarse del mundo. “Si no siento; si no recuerdo; si no veo; no duele”, pensaba. Las personas que lo apreciaban intentaron llegar a su burbuja pero él jamás les permitió entrar. Tiró los libros, las notas, los contactos y sus esperanzas de una vida feliz. Cuando quisieron darse cuenta, él ya estaba muy lejos. Y cerró los ojos para no volver a abrirlos más, para no sentir, recordar o ver. No sabía si terminaba o empezaba, pero necesitaba irse. Irse donde pudiera sonreír.  Elena Álvarez Sánchez 1º Bach B  "El soñador" Abel tenía 84 años. Había vivido feliz toda su vida y junto a su familia, pero Abel tenía un problema: todo lo que soñaba se hacía realidad. Soñó que se iba a casar con Almudena, y así fue. Soñó que iba a tener tres hijas y un hijo varón, todo lo que soñaba se hacía realidad. La noche d

El poema de la semana

Del 14 al 18 de diciembre Cuerpo docente  Bien sabía él que la iba a echar de menos pero no hasta qué punto iba a sentirse deshabitado no ya como un veterano de la nostalgia sino como un mero aprendiz de la soledad. Es claro que la civilizada preventiva cordura todo lo entiende y sabe que un holocausto puede ser ardua pero real prueba de amor si no hay permiso para lo imposible. En cambio el cuerpo como no es razonable sino delirante, al pobrecito cuerpo que no es circunspecto sino imprudente no le van ni le vienen esos vaivenes no le importa lo meritorio de su tristeza sino sencillamente su tristeza. Al despoblado desértico desvalido cuerpo le importa el cuerpo ausente / o sea le importa el despoblado desértico desvalido cuerpo ausente y si bien el recuerdo enumera con fidelidad los datos más recientes o más nobles no por eso los suple o los reemplaza más bien le nutre el desconsuelo. Bien sabía él que la iba a echar de menos lo que no sabía era

Le poème de la semaine

(Chanson- Gérard Lenorman) Si j'étais président Il était une fois à l'entrée des artistes Un petit garçon blond au regard un peu triste Il attendait de moi une phrase magique Je lui dis simplement : Si j'étais Président Si j'étais Président de la République Jamais plus un enfant n'aurait de pensée triste Je nommerais bien sur Mickey premier ministre De mon gouvernement, si j'étais président Simplet à la culture me semble une évidence Tintin à la police et Picsou aux finances Zorro à la justice et Minnie à la danse Est c'que tu serais content si j'étais président ? Tarzan serait ministre de l'écologie Bécassine au commerce, Maya à l'industrie, Je déclarerais publiques toutes les patisseries Opposition néant, si j'étais Président Si j'étais Président de la République J'écrirais mes discours en vers et en musique Il était une fois à l'entrée des artistes Un petit garçon blond au regard un peu triste Il attendait de moi une phrase mag

El poema de la semana

Del 7 al 11 de diciembre ACEITUNEROS Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma, ¿quién, quién levantó los olivos? No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor. Unidos al agua pura y a los planetas unidos, los tres dieron la hermosura de los troncos retorcidos. Levántate, olivo cano, dijeron al pie del viento. Y el olivo alzó una mano poderosa de cimiento. Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma ¿quién quién amamantó los olivos? Vuestra sangre, vuestra vida, no la del explotador que se enriqueció en la herida generosa del sudor. No la del terrateniente que os sepultó en la pobreza, que os pisoteó la frente, que os redujo la cabeza. Árboles que vuestro afán consagró al centro del día eran principio de un pan que sólo el otro comía. ¡Cuántos siglos de aceituna, los pies y las manos presos, sol a sol y luna a luna, pesan sobre vuestros huesos! Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, pregunta mi al

Le poème de la semaine

La ville au loin se tient dans le froid, assoupie, sans bouger, comme un nid posé sur l’horizon… L’église est, sur le haut de la ville, accroupie comme une poule grise, et couvre les maisons qui, sur la pente, en capuchons de tuile brune pour s’échauffer, se serrent l’une contre l’une ; et tandis que la neige ensemble les confond, sous leurs toits de plus en plus lourds, ratatinées… comme des vieux, elles fument leurs cheminées, quelles pipes!…vois-tu la tête qu’elles ont  ? L’une depuis cent ans est noire et culottée  ; l’autre étrenne sa coiffe en tôle tuyautée  ; d’autres ont des bérets attachés sous le cou… L’ une a son bonnet rond, l’autre un chapeau pointu, une crête de coq, un casque ..., les vois-tu noires sur les toits blancs au milieu de la neige ? Marie No ë l, Les Chansons  et  les Heures