Vivir de amor y de agua fresca -dicen-
como
si fueran cosas diferentes.
El
agua fresca que discurre o mana
de
la tierra, esperando ser un trago.
Y
el amor, que también busca la boca.
Lo
mismo es el amor que el agua fresca.
Vivir
del aire, sí, vivir del aire.
Vivir
de nada, ser feliz con nada,
con
casi nada, porque lo demás,
vendrá,
si viene, por añadidura.
Juan
Antonio González Iglesias
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