Rafeef Ziadah es una periodista, poeta y activista de los Derechos Humanos que lleva muchos años transmitiendo la voz de la comunidad palestina a través de sus poemas y sus recitales. Nacida en un campo de refugiados de Líbano hace 45 años, tuvo que huir con su familia a Túnez siendo aún una niña. Es hija y nieta de refugiados palestinos de Haifa y Jaffa, de donde fueron expulsados en 1948 por las fuerzas israelíes.
Este poema fue escrito durante la ofensiva israelí contra Gaza de 2008, como respuesta a la siguiente pregunta que un periodista le hizo:
“¿No crees que todo estaría bien si simplemente dejasen de enseñar a sus hijos a odiar?”
NOSOTROS
ENSEÑAMOS VIDA, SEÑOR
Hoy, mi cuerpo fue una
masacre televisada.
Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada
que tenía que caber en audio
digital y límites de palabras.
Hoy, mi cuerpo fue masacre televisada
que tenía que caber en audio
digital y límites de palabras,
con suficientes
estadísticas,
como para contrarrestar una respuesta mesurada.
Y yo perfeccioné mi inglés
y me aprendí mis
resoluciones de la ONU.
Pero aun así, me preguntó:
“Señorita Ziada,
¿no cree que todo se
resolvería si dejaran
de enseñar tanto odio a sus hijos?”
Pausa.
Miro en mi interior.
Busco fortaleza para tener paciencia, pero
no tengo paciencia en la punta de la lengua
mientras caen bombas sobre Gaza.
La paciencia me ha abandonado.
Pausa;
sonrisa.
“Nosotros enseñamos vida, señor”.
(Rafeef, acuérdate de sonreír).
Pausa.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Nosotros, los palestinos,
enseñamos vida después de que ellos
han ocupado los últimos cielos.
Nosotros enseñamos vida después de que ellos
han construido sus asentamientos y muros de apartheid
más allá de los últimos cielos.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Pero hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada
para caber en audio digital y límites de palabras.
Y danos solo un reportaje, un reportaje con lado humano.
Verás, esto no es político.
Sólo queremos hablarle a la gente
de ti y de tu pueblo,
así que danos un reportaje humano.
No menciones las palabras
“apartheid” y “ocupación”.
Esto no es político.
Me tienes que ayudar como reportera
a ayudarte a contar tu historia,
que no es un reportaje político.
Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.
¿Y qué tal si me das un reportaje
sobre una mujer en Gaza que necesita medicinas?
¿Qué tal acerca de ti?
¿Tienes suficientes huesos rotos en las extremidades
como para cubrir el sol?
Pásame tus muertos y dame una lista
de sus nombres
en un total de mil doscientas palabras.
Hoy, mi cuerpo fue masacre televisada
que tenía que caber en audio
digital y límites de palabras
y conmover a quienes
son insensibles a la sangre
terrorista.
Pero ellos sintieron pena.
Sintieron pena por el ganado en Gaza.
Así que les di
resoluciones de la ONU
y estadísticas
y condenamos
y deploramos
y rechazamos.
Y estos no son lados iguales,
ocupadores y ocupados.
Y cien muertos, doscientos muertos, y mil muertos.
Y entre eso,
entre crimen de guerra y masacre,
ventilé las palabras y sonreí,
-no exótica-
-no terrorista-
Y cuento:
Cuento cien muertos, doscientos muertos, mil muertos.
¿Hay alguien ahí?
¿Escuchará alguien?
Quisiera poder llorar sobre sus cadáveres.
Quisiera simplemente
correr descalza
por cada campo de refugiados
y abrazar a cada niño;
cubrir sus oídos
para que no escuchen el sonido
de las bombas
por el resto de sus vidas,
como yo lo escucho…
Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.
Y déjame decirte:
No hay nada que tus resoluciones de la ONU
hayan hecho en absoluto sobre esto.
Y no hay audio digital,
-ningún audio digital que se me ocurra,
no importa cuán bueno mi inglés sea-
no hay audio digital
no hay audio digital
no hay audio digital
no hay audio digital
que los devuelva a la vida.
No hay audio digital que arregle esto.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Nosotros,
los palestinos,
nos levantamos
cada mañana
para enseñar
al resto del mundo
vida,
señor.
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