DIME, DIME, AMOR…
Dime, dime, amor,
dónde encontrar a Federico y Miguel,
a Don Antonio,
y abrazarles, abrazarles muy fuerte,
y contarles lo del total desengaño,
y el naufragio,
el terrible naufragio del horizonte de pájaros
que esperábamos,
que la noche se metió debajo de la puerta
y ha llenado la casa de mentiras,
sueños rotos y caretas,
que hace tiempo
que la carcoma de la mediocridad
taladra los cerebros,
que es muy amargo este cáliz
y nos sentimos tremendamente cansados
y pequeños.
Julia Otxoa
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