Es la soledad de la víctima la de la impotencia más oscura. Olvidados entre los olvidados. Los no vistos. Los que han de guardar el luto por su propia pérdida. Es la violación del alma la marca que deja el diablo sobre los cuerpos que sobreviven sin saber vivir o se arrojan en piras funerarias que ni arden porque en algún lugar la memoria del agravio mayor del mundo jamás será olvidado. Ana Vega
Blog de la Biblioteca del IES Aricel